La ciudad nunca duerme...

Realmente el título es el menos apropiado en esta ocasión, pues aquí te cierran los bares a las dos de la noche como muy muy tarde.

Es dificil de entender como se emborracharan los suecos, pues hoy, por cambiar, hemos estado en un bareto del centro del pueblo, lejos de los bares para estudiantes del campus, y allí el alcohol se paga a precio de oro. Seis euros por una cerveza y casi once por un cubata, y eso que estamos en un pueblo situado en el mismisimo culo del mundo.

Aquí realmente usan una probeta -o será una pipeta?- para medir la cantidad exacta de alcohol que permite la ley en estos locales.

Así que aqui se lleva mucho el tema de las pre-partys, que es similar a hacer botellón, solo que en vez de hacerlo en la calle, se hace en alguna de las residencias para estudiantes. Pero aquí el alcohol lo vende el estado sueco en tiendas especializadas llamadas system bolaget, y es tan caro que los estudiantes viajan a los paises cercanos con el único propósito de comprar alcohol.

Para ir al pueblo, hay dos opciones, los autobuses son caros, asi que recorremos los 5 o 6 kilometros que nos separan del pueblo con las bicicletas, bajo una ligera nevada y bordeando los grandes lagos helados que hay en esta región. El camino es duro, no solo por el frío y la distancia, sino también por los desniveles constantes que encontramos en el camino.

Una vez en el bareto típico de un típico pueblo sueco, resulta chocante muchas cosas. Lo primero la música, luego el comportamiento de los suecos. Da igual que hayan 3 personas en 50 metros cuadrados, los suecos se la ingeniran para pasar cerca tuya y empujarte. No se que significará este tipo de lenguaje no-verbal, pero joder, realmente me resulta extraño.

Así que nada, os dejo ya, que esto se alarga más de la cuenta, y mañana me espera una larga jornada en la biblioteca preparando la segunda de mis presentaciones.